Aunque existen, no es común encontrar en la
naturaleza seres de dos cabezas, pero resulta muy extraño que haya animales que
tengan una cabeza adicional justo en el lugar en donde debería estar la cola. Es
el caso de ciertas serpientes mencionadas en antiguos relatos, como la
anfisbena o la serpiente bicéfala azteca.
La mítica
anfisbena es, con mucho, la más conocida; su nombre, de raíces grecolatinas, significa
"que va en dos direcciones". Se sabe que la anfisbena tuvo su origen
cuando Perseo cruzó volando los desiertos de Libia con la cabeza de Medusa en
la mano, la sangre de la gorgona que cayó en las arenas dio vida al ofidio.
Es necesario
acudir al Manual de zoología fantástica,
de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, quienes a su vez citan autores clásicos
que mencionaron con anterioridad a la anfisbena: Lucano, en la Farsalia, Plinio el viejo, en su Historia natural y Brunetto Latini, en El tesoro.
Lucano
refiere que los soldados de Catón, en sus andanzas por los desiertos del norte
de África, tuvieron contacto con ella; Plinio apuntó sus virtudes medicinales y
Latini dice que con las dos cabezas puede morder, que corre con ligereza y que
sus ojos brillan como candelas.
Por otro
lado, Borges menciona, sin dar sus fuentes, que en las Antillas y en otras regiones
de América se le llama anfisbena a un reptil conocido también como "doble
andadora", "serpiente de dos cabezas" o "madre de las
hormigas".
Corresponde
a Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia
general de las cosas de la Nueva España, la primera cita, en América, de
una serpiente bicéfala. Sahagún, que se basó en informantes mexicanos, relata que
esta culebra es pequeña, tiene cuatro rayas negras en el lomo, más cuatro
coloradas y cuatro amarillas a ambos lados del lomo, que anda hacia atrás o
hacia adelante, que le llaman culebra espantosa y que raramente se deja ver.
En
años recientes el escritor mexicano René Avilés Fabila —que ganó fama internacional con su obra El gran solitario de palacio— se dedicó a investigar sobre
los animales prodigiosos en América. Según él, Moctezuma, el célebre hueytlatoani
de los mexicas, tenía en su zoológico una culebra de dos cabezas. Esta
serpiente, a pesar de sus largos y agudos colmillos, no era mortal, vaya, ni
siquiera era peligrosa, era juguetona, dócil y tenía por mayor disfrute ser
acariciada en sus dos cabezas como cualquier perrito faldero con una sola
cabeza.
Actualmente
no tenemos una prueba irrefutable que niegue la existencia de serpientes
bicéfalas cuya segunda cabeza sustituya a la cola. Abundan, en cambio, numerosas
pinturas y relieves de la anfisbena, poseedora de un sólido prestigio en la
heráldica; de la serpiente azteca existe una muestra en el Museo Británico, en
Londres. Se trata de una verdadera obra de arte, al parecer una gargantilla,
delicadamente tallada en madera y bañada con turquesa.
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