Con excepción de las cosas útiles y funcionales, que no son tantas aunque nos hagan pensar lo contrario, lo demás es vanidad, lujo o menos que eso. Por otro lado, desde un punto de vista más artístico que pragmático, que una cosa o un objeto sirvan o no es una discusión prescindible. Tal vez esto último sea el caso de los estereogramas.
Los más curiosos acudirán al diccionario para conocer el significado del término. Inútil aspiración, la palabra "estereograma" no está registrada en el diccionario de la Real Academia Española. Contentémonos suponiendo que es un neologismo, un fruto surgido, como ha ocurrido en otros casos parecidos, del casamiento de dos palabras adultas y prolíferas. En tanto los sabios de la lengua desanudan el misterio del origen y significado del término, podemos elucubrar si el vocablo pertenece al sector de las telecomunicaciones, al de la ciencia médica o, a lo peor, al sector de la floreciente, atractiva e industriosa rama que nutre —y que se nutre de ella— a la holganza ajena.
Los estereogramas no son algo nuevo, en un principio se hicieron sobreponiendo dos fotografías tomadas desde ángulos distintos, les llamaban imágenes tridimensionales y por lo regular se conseguían en las tiendas de libros usados y artículos raros. Parecía negocio dirigido a compradores excéntricos de raquítico presupuesto. Actualmente han vuelto a la fama gracias a la computación y se pueden visualizar en la red.
Si en términos prácticos no sabemos su utilidad y en el giro lingüístico desconocemos su procedencia, puede decirse que el estereograma es, a la vista, una imagen difusa de líneas y colores. Diremos, tomando la experiencia de otros, que aprovecha la capacidad del ojo para captar imágenes desde diferentes puntos de vista.
El estereograma es una imagen en cuya policromía existe un mundo interior, para poder ver lo que hay adentro se necesita penetrar la imagen, que viene a ser el telón de boca que cubre el escenario. No hay un procedimiento entendible que explique el cómo, pero quien haya mirado al interior de un estereograma jamás podrá ser acusado de cortedad de vista o de no ver más allá de su nariz.
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